Qué bonito sería si todo se redujera a desear tener un hijo, quedarse embarazada de inmediato y disfrutar del embarazo, del parto y de la crianza de nuestro hijo.
Pero si todo no resulta así de bien, qué bonito sería desear tener un hijo, realizar un tratamiento de RA y disfrutar del resto de situaciones que vienen después. Pero no es así.
En el momento que entras a la clínica de RA empiezan los miedos derivados de la incertidumbre y de la pérdida de control sobre el propio cuerpo y sobre tus decisiones. Y si le sumamos que tendrás que recurrir a donación de gametos, empiezas a pensar en todas las preguntas que tendrás que responder cuando nazca tu hijo ¡y te horrorizas!
¿A quién se parece? ¿Con tu edad pudiste tener un hijo con tus óvulos? ¿Por qué habéis tardado tanto en tener un hijo? ¿A quién sale con ese carácter tan diferente del vuestro? ¿El gusto por la música, es heredado de sus abuelos?…y así muchas preguntas más.
Llega un punto en el que no sabes si lo que te horroriza es saber que es posible que el tratamiento no resulte exitoso a la primera, o las preguntas que vendrán después de quedarte embarazada.
Es muy importante que tengas un espacio donde poder conversar con un profesional sobre tus miedos, sobre los donantes, sobre lo que se transmite y lo que no se transmite genéticamente, en definitiva, sobre lo que pasará el día después.
Estar preparada para lo que vendrá te ayudará a gestionar el tratamiento de manera más relajada y tu día a día te resultará mucho más gratificante.